Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales


Cierre del acto de ingreso en la Academia como Académico Numerario del Ilmo. Sr. D. José Miguel Angulo Ibáñez realizado por el Excmo. Sr. Presidente de la Academia



Excmo. Sr. Presidente de Honor de la Academia,
Excmo. Sr. Presidente de Honor de la Sección de Matemáticas,
Excmo. Sr. Presidente de esta Sección y hoy también padrino,
Ilmo. Sr. Secretario General de la Academia,
Ilmo. Sr. Nuevo Académico,
Excmos. e Ilmos. Señoras y Señores Académicos,
Familiares y amigos,
Señoras y Señores:

Celebramos hoy sesión solemne de esta Academia con motivo de la recepción como nuevo Académico Numerario del Ilmo. Sr. D. José Miguel Angulo Ibáñez y lo hacemos en un contexto temporal ciertamente significativo y relevante para el mundo de la Ciencia, para nuestro mundo en definitiva, pues nos desenvolvemos en fechas muy próximas a las conmemoraciones de hitos de gran repercusión tanto en las ciencias como en las letras tales como: El Centenario de la Teoría General de la Relatividad, el IV Centenario de la muerte de Miguel de Cervantes, el IV Centenario del juicio a Galileo, etc. a la vez que acabamos de celebrar el que ha sido el Año Internacional de la Luz, uno de los conceptos que más aportaciones llenas de belleza ha hecho al mundo del conocimiento.

Es, pues, un día de regocijo para esta noble Institución, nuestra querida Academia de Ciencias Matemáticas, Físico-Químicas y Naturales de Granada, ya que la misma se enriquece al integrarse en ella un nuevo académico, un científico joven e ilusionado con su vocación y profesión que, según el mismo nos ha comunicado en su magnífico discurso, parte de la base de «haber comprendido el verdadero alcance de la importancia que tiene el esfuerzo colectivo y organizado, aunque esta pueda arrancar de iniciativas individuales, en la promoción del desarrollo del conocimiento», en definitiva de la esencia de las Academias.

Quiero, por ello, iniciar esta breve intervención felicitando al nuevo académico por su discurso de investidura, una lección magistral en un campo de gran actualidad dentro de las matemáticas y la estadística: La teoría de medidas de riesgo en el contexto de la complejidad.

Felicitación a la que acompaño mi gratitud personal e institucional por partir, como se nos ha dicho, de «asumir con plena consciencia la responsabilidad que le supone entrar en esta insigne Institución», y ver, como una oportunidad «la posibilidad de formar parte activa de iniciativas dirigidas a la promoción de la Ciencia en un contexto multidisciplinar integrado».

Yo te agradezco, querido compañero ya, tus deseos de querer contribuir, desde la perspectiva de la Estadística y la Probabilidad, a los objetivos de esta Academia en lo que se refiere al desarrollo del conocimiento y al progreso de la sociedad.

También deseo felicitar a nuestro presidente de la Sección de Matemáticas por su discurso de contestación, una laudatio del neófito en la que, con una elegante capacidad de síntesis, se nos ha resumido tanto la historia como la contribución científica del hasta hoy aspirante, enmarcando, a su vez, el discurso de investidura del mismo en el momento científico actual.

No es misión de esta presidencia, así lo entiendo, entrar en la valoración del curriculum del nuevo académico, ni tampoco en el contenido de su disertación, eso ya se ha hecho con anterioridad por el pleno de la Academia y muy brillantemente en la laudatio realizada por el padrino, pero sí quisiera resaltar algunos de los adjetivos que, según se nos ha hecho ver en esta última, adornan la personalidad científico-humana de nuestro nuevo compañero: su capacidad de trabajo, su actitud frente a la adversidad y su capacidad de liderazgo.

Y digo esto porque, permítanme la licencia de hacerles partícipes una vez más de mis sentimientos y emociones, últimamente estoy algo preocupado por el contexto social en el que se desenvuelve nuestra actividad profesional y humana, pues creo que esa es la esencia de las Academias «conjugar ambos aspectos».

A veces se tiene la sensación de como «si cundiera el desánimo», de como «si nos invadiera la desesperanza», de como «si se frustrara la ilusión en el futuro».

La tan traída y llevada, y lo que es peor, utilizada «crisis», pareciera como si hundiera las expectativas de progreso de nuestra sociedad en general y muy especialmente de nuestra juventud en particular.

Es cierto que corren tiempos difíciles, pero ¿cuando no?, pues entiendo que todo es relativo.

Tal vez, por esto último, uno recupera el ánimo y el empuje cuando repasa, a propósito del momento, la vida y los planteamientos que ante estas situaciones difíciles, ante estos retos, han tenido y tienen hombres y mujeres relevantes en el campo de las ciencias y las letras, en definitiva del conocimiento, que por estas fechas conmemoramos.

Sobre estos planteamientos, sobre estas actitudes y situaciones, encontré algo que posiblemente ustedes conozcan, un pronunciamiento, precioso a mi entender, atribuido a Albert Einstein y que creo apropiado recordar aunque pueda parecer redundante. Decía Einstein en relación con las llamadas Épocas de Crisis:

No pretendamos que las cosas cambien si siempre hacemos lo mismo. La crisis es la mejor bendición que puede sucederle a personas y países porque la crisis trae progresos. La creatividad nace de la angustia como el día nace de la noche oscura. Es en la crisis que nace la inventiva, los descubrimientos y las grandes estrategias. Quien supera la crisis se supera a sí mismo sin quedar superado. Quien atribuye a la crisis sus fracasos y penurias violenta su propio talento y respeta más a los problemas que a las soluciones. La verdadera crisis es la crisis de la incompetencia. El inconveniente de las personas y los países es la pereza para encontrar las salidas y soluciones. Sin crisis no hay desafíos, sin desafíos la vida es una rutina, una lenta agonía. Sin crisis no hay méritos. Es en la crisis donde aflora lo mejor de cada uno. Hablar de crisis es promoverla, y callar en la crisis es exaltar el conformismo. En vez de esto trabajemos duro. Acabemos de una vez con la única crisis amenazadora que es la tragedia de no querer luchar por superarla.

Y es que lo que sugiere todo lo anterior es cambiar el planteamiento de desánimo ante la escasez por el de empuje para eliminarla, el no plantearse «Qué necesito para hacer lo que quiero», sino «Qué puedo hacer con lo que tengo».

Pues puede estar sucediendo lo que en la conocida «historia de las albóndigas», que seamos nosotros mismos los que terminemos por crear la crisis influenciados por las corrientes de opinión.

En definitiva un planteamiento paralelo al que propugnaba J. F. Kennedy, cuando decía que la pregunta no era «¿Qué puede hacer mi país por mí?» sino «¿Qué puedo hacer yo por mi país?»

Sé que estas opiniones, desde luego matizables, se pueden interpretar como algo conformistas y marcadas por una apatía inoperante, pero nada más lejos de la verdad, pues pienso que lo que se puede hacer, lo que se debe hacer, es pelear por conseguir más capacidad pero no abandonando la posibilidad, aunque esta no tenga todas las perspectivas de alcance que desearíamos; en definitiva se trata de mejorar construyendo, y no solo de contemplar quejosamente la ruina.

Esa es, o debiera ser, bajo mi punto de vista, la actitud del hombre de ciencia ante la adversidad y, según se nos dice hoy en su laudatio, ese es el planteamiento histórico de nuestro flamante académico, de ahí que podamos tener ahora una esperanza renovada ante su posible contribución futura a nuestra Institución, actitud que, junto a la también apuntada capacidad de liderazgo, nos ayude a tratar de cambiar las realidades de nuestro tiempo, tratando de encontrar las mejores formas de ser y hacer y conscientes de que sin fe en el futuro nunca habrá éxito pues la peor decisión es la indecisión.

En definitiva conscientes de que, como decía una vez más nuestro Albert Einstein, «existe una fuerza motriz mucho más poderosa que el vapor, la electricidad, o la energía nuclear ... y es la voluntad de hacer las cosas», haciendo nuestra la sentencia de D. Miguel de Cervantes cuando, por boca de D. Quijote, decía «...En verdad te digo Sancho, que no es más el que más tiene, sino el que más hace...»

Actividad enfocada hacia el servicio a los demás y basada en una actitud de humildad, como una reflexión ante las metas que nos planteemos, metas que unidas a una firme voluntad y a un espíritu abierto den como fruto una actitud de coherencia entre lo que se piensa, se dice y se hace.

Se trata en definitiva de arrojar la luz de la iniciativa sobre las tinieblas de la dificultad y la inoperancia, convencidos de que si a ello unimos el optimismo ante la adversidad, marcharemos exitosos hacia el futuro, pues como decía R. Serrano «si nos mentalizamos en el fracaso, fracasaremos, si lo hacemos para vencer, venceremos esas crisis».

Muchas gracias a todos por vuestra atención y mi más cordial enhorabuena al nuevo académico y a sus familiares.

He dicho.